Escrito por Fernando Martín García
El proyecto de consulta sobre el status político ha sido finalmente aprobado y convertido en ley. El próximo día de las elecciones generales por lo tanto el electorado tendrá ante sí una papeleta en que podrá expresarse a favor o en contra de que continúe la actual condición colonial, y en pregunta separada cuál favorece entre tres alternativas no territoriales a saber: la estadidad, la independencia, o un Estado Libre Asociado Soberano, fuera de la cláusula territorial.
Concluido el proceso de aprobación legislativa es momento para hacer una valoración política de la consulta que se avecina y de movilizar al independentismo para sacarle el mayor provecho para la lucha por la descolonización y la independencia a esta singular coyuntura.
No es secreto para nadie que la estructura y el contenido de la consulta sobre status recoge la esencia de la propuesta hecha por el Partido Independentista ante el Comité de Diálogo sobre status creado por el Gobernador y que las raíces de esa postura se remontan a la propuesta que el PIP promovió en la legislatura en el 2005. En aquel momento, luego de reuniones con los entonces presidentes del PNP y el PPD, Pedro Rosselló y Aníbal Acevedo Vilá, respectivamente, se logró la aprobación unánime de una propuesta de referéndum cuyo elemento fundamental era la exigencia de un status político para Puerto Rico que no fuera colonial ni territorial.
Como sabemos, el liderato del PPD, luego de la aprobación legislativa, violentó su palabra empeñada al Acevedo Vilá vetar el proyecto. La realidad es que el liderato del PPD le cogió miedo a las consecuencias en el Congreso de un voto mayoritario de rechazo al actual status territorial. No me cabe duda además de que una de las razones que llevó a Acevedo Vilá a acceder inicialmente a la propuesta del PIP era su convencimiento de que el PNP no habría de favorecerla. Subestimaron el grado hasta el cual el movimiento estadista puertorriqueño es prisionero de su propia retórica aunque las señales de hostilidad y rechazo por parte del Congreso a cualquier petición de anexión sean cada vez más evidentes.
Debe recordarse, para colocar en perspectiva el asunto, que al momento de entrar al Comité de Diálogo sobre status tanto el PNP como el PPD, inspirados en el Informe de la Casa Blanca del Presidente Obama, hicieron públicas sus propuestas para una consulta de status. El PNP propuso que se votara antes de las elecciones primero entre las alternativas de estadidad, independencia, y libre asociación, y que la que triunfara de éstas se enfrentara al Estado Libre Asociado en una segunda votación a llevarse a cabo luego de las elecciones en el 2013. La propuesta del PPD – que pintaba de cuerpo entero el inmovilismo congénito de la administración Obama – era que se votara primero entre las alternativas de seguir “siendo parte” de los Estados Unidos ya sea como ELA o como estado, o separarse de los Estados Unidos. De prevalecer la primera se votaría en una segunda ocasión entre la estadidad o el ELA.
A estas propuestas del PPD y el PNP, sacadas del menú sugerido por el Informe de Casa Blanca, se les veía desde lejos el refajo. Iban directo hacia el callejón sin salida del inmovilismo sin que de ellas pudiera nunca emerger un voto claramente mayoritario de repudio al actual status territorial. Ambas propuestas tenían en común marginar y excluir al independentismo en el primer voto y producir un “empate virtual” entre el ELA y la estadidad en la segunda vuelta, permitiéndole así a los Estados Unidos concluir que como no hay un mandato claro el status actual debería prevalecer a corto y mediano plazo. El ELA prevalecería por confiscación y el Congreso no tendría que enfrentar un voto de repudio amplio a la condición territorial. Si alguien tenía dudas sobre lo anterior las despejó el propio Obama cuando comento públicamente a fines del 2011 que si no se producía un “mandato claro” de cambio, el gobierno de los Estados Unidos no habría de actuar con relación al status político de Puerto Rico. La jugada estaba cantada.
La propuesta del PIP ante el Comité de Diálogo, por el contrario, iba dirigida antes y primero que nada, a lograr articular una mayoría electoral en contra de la actual condición de subordinación política. Asumiendo que el status quo colonial fuera repudiado en la primera votación el país escogería entonces entre alternativas no sujetas a la cláusula territorial. Esta propuesta, en contraste con las “ratoneras de cantazo” que habían adelantado el PNP y el PPD, sí tenía el potencial de producir un resultado que el Congreso no pudiera ignorar y que fundamentara una iniciativa internacional de reclamo descolonizador.
Si bien es cierto que la segunda votación (entre las alternativas no territoriales) no habría de producir todavía una mayoría abrumadora (comparada con la totalidad de electores que participan en las elecciones) a favor de una de las alternativas concretas, sí produciría una mayoría clara en contra de la continuación del coloniaje. La intención era romperles el baile a los inmovilistas de adentro y de afuera. Ello explica porqué los Populares no querían tocar la consulta propuesta por el PIP ni con un palo largo puesto que se trata de hacer explícito el repudio al ELA territorial que existe y que el independentismo siempre ha denunciado como colonial e ilegítimo.
Es por ello también que de todas las alternativas procesales que examina el Informe de Casa Blanca (incluyendo las propuestas inicialmente favorecidas por el PNP y el PPD) a la única que le ponen peros es a la que incorpora los elementos que el PIP proponía. Resulta evidente que un proceso que pueda resultar en el repudio claro y mayoritario de la actual relación con los Estados Unidos (en vez de la justificación del inmovilismo) no va a ser favorecido por los Estados Unidos. Más razón, diría yo, para favorecerlo nosotros. Resultan pues patéticos –pero comprensibles- los lamentos del liderato del PPD de que la consulta ya aprobada no se ajusta a lo recomendado por la Casa Blanca.
Como ya se sabe, la propuesta del PIP, en su esencia, fue la que al final se aprobó. Parece haber prevalecido dentro del PNP una coalición entre aquellos que quieren confrontar al Congreso lo antes posible (contrario a las más timoratos y apocados) para forzarlo a tomar posición sobre la posibilidad de la estadidad, y aquellos que le veían ventajas de movilización electoral al tema ideológico en un día de elecciones generales. A fin de cuentas, como ocurre siempre en la política, cada cual o tiene su razón o tiene sus razones. El PIP sólo responde por las suyas. Después de todo, si la consulta ayuda o desayuda al PNP en las próximas elecciones está por verse.
Nuestra obligación es combatir el colonialismo y fortalecer la lucha por la independencia. La pregunta, por lo tanto, es sencilla. ¿Contribuye a la lucha contra el colonialismo y por la independencia la participación en la próxima consulta sobre status?
Parto de la premisa de que en la primera pregunta los estadistas, los independentistas, y un número significativo de autonomistas indecisos votaremos en contra de la continuación de la actual condición territorial. Ello debe producir una mayoría con la cual podremos exigir –con más fuerza y fundamento que nunca– al Congreso de los Estados Unidos que le ponga fin a la condición de tiranía que resultaría evidenciada por el rechazo mayoritario a la continuación del coloniaje. Puertas hasta ahora cerradas o tímidamente entreabiertas en la comunidad internacional quedarán abiertas de par en par para que el independentismo pueda obtener logros en ese ámbito hasta ahora inasequibles. No le será ya siquiera posible a los Estados Unidos hacer el argumento de que los puertorriqueños consienten el coloniaje. Se acentuarán las contradicciones dentro del Partido Popular entre su sector inmovilista (hoy firmemente en el poder) y aquellos que aspiran a superar el actual régimen colonial con alguna forma no territorial de relación política con los Estados Unidos. El tema de la descolonización ocupará pues el espacio que le corresponde en nuestro quehacer como pueblo.
Por supuesto que la consulta prevista no es el mecanismo que el derecho internacional sanciona para un ejercicio descolonizador. De hecho, uno de los propósitos de la consulta es precisamente fortalecer nuestro reclamo ante la comunidad internacional para que ésta apoye y se involucre en nuestro esfuerzo descolonizador. En todo caso, ni el PNP ni el PPD ni el gobierno de los Estados Unidos favorecen un proceso de transferencia de poderes conforme a la Resolución 1514 (XV) de Naciones Unidas, ni esta organización ha tomado los pasos necesarios para requerirlo, por lo cual si nosotros no actuamos para dinamizar el cambio a través de un repudio al actual status habremos de permanecer estancados en el inmovilismo colonial. De lo que se trata es precisamente de poner en marcha una iniciativa política disponible que genere condiciones más propicias para que pueda al fin lograrse la descolonización que requiere el derecho internacional y la independencia a que aspiramos los independentistas.
Bien examinado, no hay aspecto de esta consulta que no sea favorable para adelantar la descolonización y la independencia. Lo peor que pudiera ocurrir es que la mayoría votara porque no hubiera cambio. Estoy convencido de que eso no pasará y que en todo caso seguramente no pasará si todos los independentistas votamos no a la colonia. Si a pesar de ello prevaleciera el inmovilismo estaríamos entonces donde mismo estamos ahora. Las probabilidades sin embargo, especialmente si los independentistas todos repudiamos el status actual, son las contrarias, es decir, un triunfo del voto de rechazo a la subordinación política.
Demás está decir, si faltara algún argumento adicional, que de no darse la consulta el inmovilismo está garantizado. Si no hubiera consulta y el PNP triunfa en las elecciones tendría entonces que plantearse en enero de 2013 qué va a hacer con respecto a la estadidad y podría entonces revertir a su propuesta original que ya vimos conducirá al inmovilismo. Si ganara el PPD las elecciones, lo más que podría esperarse es una constituyente de pacotilla donde el liderato reaccionario del PPD ya ha anunciado que se limitaría a proponer reformas cosméticas al ELA colonial. Puede también ocurrir que el PPD gane la elección pero que los estadistas, - si ya son mayoría por aquello de lo del semillero – prevalezcan en la constituyente.
Ninguna de estas alternativas puede ser tan favorable para promover la descolonización y adelantar la lucha por la independencia como la celebración de la consulta en noviembre teniendo como resultado un voto mayoritario en contra del actual status territorial. No dudo además de que veremos también un voto fortalecido por la independencia. El futuro se habrá puesto en marcha.