02 March 2016

Berríos: “El momento de la suprema definición se acerca”

Rubén Berríos Martínez, presidente del Partido Independentista Puertorriqueño.
Foto por: Alina Luciano/Claridad






Por Cándida Cotto

“Es momento de ir con un gran abrazo hacia la libertad.” 
Para el presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Rubén Berríos Martínez, no hay ninguna duda de que el momento está maduro para que el País adquiera su soberanía; que al igual que en el 1952 estaba maduro para el colonialismo porque era lo que le convenía a los Estados Unidos, hoy está maduro para la soberanía, porque es lo que le conviene a Estados Unidos. “Por primera vez coinciden los intereses de ellos con los intereses nuestros, los puertorriqueños”, afirmó en entrevista exclusiva con Claridad.



En un mensaje al país difundido a mediados de la semana pasada, el veterano luchador independentista presentó un plan de acción en el cual invitaba a los presidentes de los partidos de mayoría a reunirse para actuar en conjunto sobre el problema del estatus ante la Casa Blanca. El plan conlleva que el presidente del Partido Popular Democrático (PPD), David Bernier, y el presidente del Partido Nuevo Progresista (PNP), Pedro Pierluisi, junto a Berríos Martínez, se pongan de acuerdo para definir las diversas alternativas de estatus y luego demandar al Presidente de Estados Unidos, una reunión para exigir con una sola voz que cumpla con su obligación descolonizadora.

En entrevista con este semanario, Berríos Martínez abundó sobre su propuesta y la relevancia del momento histórico para Puerto Rico. De hecho, al otro día del anuncio, ya el Presidente del PNP le había contestado en la afirmativa a su petición. “Lo esencial es que me dice que sí con mucho gusto. Obviamente pone algunos puntos que va a presentar, pero que no tiene ninguna objeción a dilucidar todo eso conmigo”, comentó sobre la respuesta de Pierluisi. Berríos aclaró que hasta ese momento no había recibido una respuesta de parte de Bernier.

En esa invitación, ¿por qué dejar fuera a una institución como el Colegio de Abogados que lleva tiempo trabajando en una asamblea constitucional de estatus?

De entrada, el Presidente del PIP reconoció que la invitación deja fuera también a muchas otras organizaciones. “Hay que empezar por algún lado y yo hago muy claro en mi discurso ante el País que ésta es la forma de que empiece a caminar el proceso. Obviamente, en ese proceso deberán participar no solamente el Colegio de Abogados, sino innumerables otras instituciones en el País que versan sobre este asunto del estatus. La invitación se hizo a los tres presidentes de los partidos políticos porque son los tres partidos políticos que tienen diversas alternativas con respecto al estatus. Obviamente, una reunión de esta naturaleza es más sencilla que una reunión de un conglomerado más grande de personas, pero obviamente las diversas instituciones de nuestra sociedad deberán participar en todo este proceso. Esto es una forma de iniciar el proceso”.

¿En un año electoral, considera que este esfuerzo tendrá pertinencia, efectividad, tomando en consideración las elecciones y que en este caso Obama no es candidato?

“Primero, lo que Obama ha hecho es reflejar una posición que ya es de administraciones y él lo que ha hecho es culminar ese proceso. Los Bush hicieron lo mismo, Clinton dijo lo mismo en forma distinta. O sea, esto ya es una posición de los Estados Unidos. No hay que esperar más nada. Ya sabemos cuál es la posición del Ejecutivo y el Legislativo también, que lo ha repetido en varias ocasiones. Obviamente, la urgencia surge en este momento porque ya se hizo ante el mundo, ante el Tribunal Supremo de EE UU, sin haberlo peticionado nadie, sino espontáneamente por parte del Presidente. Además, se le añade el problema enorme de la crisis en Puerto Rico”.

El Presidente del PIP fue enfático en apuntar que éste es un momento mucho más apropiado para actuar sobre el problema del estatus porque precisamente no se está hablando de promesas postelectorales sino que hay entre ocho a diez meses para trabajar. Rechazó la teoría de que haya que esperar por las decisiones que pueda tomar el Tribunal Supremo de EE UU sobre los dos casos pendientes de Puerto Rico. Berríos Martínez apuntó que esos dos casos no tienen nada que ver con lo que el PIP está planteando y recalcó que el asunto es uno político.

“La posición del Ejecutivo y Legislativo americano es clave, son los que deciden las cuestiones políticas y van a actuar con respecto a Puerto Rico por decisiones, cuestiones políticas. Lo que diga el Tribunal Supremo es una cuestión técnica legal, que es inmaterial para el proceso que yo digo se inicie. Usar eso como excusa sería no quererse reunir”, afirmó Berríos Martínez.

Ante la experiencia de que los presidentes de los tres partidos, Pedro Rosselló, Sila Calderón, gobernadora en ese momento, y el mismo Berríos Martínez, tuvieron una reunión con el presidente Clinton, ¿como compararía esa reunión con la de ahora?

El Presidente del PIP recordó que esa reunión fue a petición del propio Presidente y se dio en la coyuntura de la lucha de Vieques. Sobre esa reunión, Berríos Martínez recapituló que tras los planteamientos de que el problema en Vieques era uno colonial, al cabo de cuatro años se produjo un primer informe de Casa Blanca. Luego le siguieron otros informes hasta el plebiscito de 2012 de no a la colonia.

“En todo esto, la economía de Puerto Rico en bancarrota, en bancarrota, en bancarrota. Ése es el tracto de cómo Estados Unidos actúa. Ya la decisión de que esto es una colonia, un territorio, está tomada, y ellos se han declarado culpables ante la comunidad internacional. La crisis económica, no tengo ni que describirla y la relación con el estatus, todo el mundo, de distinta forma lo acepta. Entonces la pregunta es qué hacer ahora”.

El líder independentista recabó que ese próximo paso depende de los puertorriqueños, de ahí su convocatoria a los presidentes de los otros dos partidos a que puedan ponerse de acuerdo para ir a demandar una reunión con el Presidente y exigir que definan las alternativas no coloniales, no territoriales, es decir, que el Ejecutivo adopte una política descolonizadora frente al poder Legislativo.

“No basta con decir Puerto Rico es una colonia y somos un país colonizador. Es, si ustedes son un país colonizador, colonial y una colonia tienen en Puerto Rico, entonces usted tiene que iniciar una política pública para descolonizar a Puerto Rico”, declaró Berríos Martínez. Agregó que esta exposición también se la hace a los presidentes del PNP y PPD en su carta. Esta misma postura que propone el PIP es la que los presidentes del PPD y PNP deben llevar a la ONU.

En esa dirección, el veterano luchador independentista reiteró en que esta oportunidad para atender el problema del estatus es única porque ahora Estados Unidos quiere resolverlo. “¿A dónde yo creo nos va a llevar el proceso? No tengo la menor duda adónde va a llegar, porque yo creo que la estadidad es un fantasma. Por eso yo digo que el momento de la suprema definición se acerca, ése es el plan”, aunque hizo la salvedad de que el PIP preferiría que el asunto se atienda mediante una asamblea de estatus.

¿Por qué insistir con el Ejecutivo y no con el Congreso?

“¡Ah!, porque el Congreso es el marasmo; ésos son 50 comités, lo mismo que pasó en el 1952. Es el Ejecutivo quien tiene que impulsar la política pública internacional. O sea, que le compete al Ejecutivo, que es el que se presentó y dijo ‘esto es una colonia’, haga buena su palabra y vamos a descolonizar. La forma de bregar es a través del Ejecutivo aunque uno siga haciendo las gestiones pertinentes en el Congreso”, insistió.

En términos partidistas, Berríos Martínez puntualizó en que no hay diferencias entre Demócratas y Republicanos con respecto a su política hacia Puerto Rico y que ambos partidos consideran que éste es el momento para ellos atender esa situación.

¿Cree que la postura de Obama, que se convenció de que la política de EE UU hacia Cuba no le daba resultado, también le está abriendo los ojos con relación a Puerto Rico?

“Hombre, sin duda alguna la política de Obama con respecto a Cuba no está aislada de los efectos respecto a Puerto Rico. Obama quiere normalizar con Cuba para poder armonizar con toda América Latina, y Puerto Rico y Cuba toda la historia han estado juntos. En eso la mejor cita es la de Martí: ‘En el fiel de América están las Antillas que serían, si esclavas, mero fortín de la Roma americana y si libres, serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española... Es un mundo lo que estamos equilibrando, no son dos islas las que vamos a libertar.’”

Con relación a los casos pendientes en el Tribunal Supremo –aunque como profesor de Derecho hizo la salvedad de que el tribunal lo más probable es que se descuelgue por algún tecnicismo- en términos políticos consideró que sin dudas va a abonar a descubrir la situación de Puerto Rico. Al aludir que eso- la apelación del Ejecutivo- ya lo tienen en sus manos los amigos de la independencia de Puerto Rico y el mundo entero, “ya no hay que abonar, ya lo admitió el Presidente de Estados Unidos, además del empuje que va a tener en la ONU”. Reiteró que si los presidentes de los tres partidos acuden a la ONU, la declaración del Presidente cambia de manera cualitativa los pasos que pueda tomar esa organización para “ejercer sus buenos oficios” con relación a la descolonización de Puerto Rico.

A la luz de su experiencia internacional, Berríos Martínez dijo sentirse jubiloso por considerar que los cambios cualitativos y cuantitativos a nivel internacional favorecen la independencia. Sólo lamentó que aquellos que lucharon y dejaron la vida y hacienda, los que sufrieron persecución, no hayan podido disfrutar de “ver la costa tan cercana”.

El líder del PIP no dejó pasar por alto que en sus gestiones con el presidente del PNP y el PPD, planteará la situación del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera. Comentó que estando Obama de salida, “le da una ventaja al Presidente que no sé si la va a coger”.

Para concluir, Berríos Martínez apeló al independentismo: “Es natural el que muchos independentistas en el pasado han sufrido mucho desengaño, desilusiones, pero es momento de optimismo y de actuar cada uno con realismo, pero optimista, porque nunca, nunca ha estado la situación como ahora. Los independentistas tenemos una ventaja –se lo dijimos- cuando uno puede decir sencillamente ‘te lo dije’, eso da credibilidad para el futuro. Esto es una colonia, nos están engañando y nuestro pueblo sabe eso. Los que dicen es el momento de la definición suprema, es momento de trabajar mucho, con optimismo, cada uno desde su trinchera. Pero podemos trabajar juntos por la independencia en lo que podamos. Es momento de trabajar juntos, es momento de ir con un gran abrazo hacia la libertad.”

Everything to Lose: The Settler Colonial Stakes of The Revenant



by K2
One thing is crystal clear from 20th Century Fox’s new blockbuster hit The Revenant: settler lives matter. Hugh Glass, the 19th century American frontiersman played by Leonardo DiCaprio, is so incredibly immune to death that he rises from his own grave after having been torn to shreds by a grizzly at the film’s outset. The signature series of shots that every spectator is sure to remember – DiCaprio’s own breath fogging up the camera lens as he stares down its chamber – constitutes such an essential element of the film’s aesthetic that one is led to believe that Leonardo’s own life (or maybe just his Oscar) is on the line. My claim, then, is that The Revenant is first and foremost a story of settler survival and is therefore not without its settler colonial stakes.
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Throughout the film, all we know of Glass’ history is that he has found himself an Indigenous partner with whom he shares a child and from whom he has acquired enough hunting and language skills to become the source of survival for fellow fur trappers. Without a whisper of Glass’ own family history – the circumstances of his arrival on Turtle Island, or the reasons for his having “married in” – the terms of Glass’ colonial complicity go unchallenged along with his infantile innocence. 
This colonial narrative technique provides a classic example of what Tuck and Yang (2012) have termed “settler moves to innocence.” In the settler colonial context, they define these self-confessionary strategies as an “attempt to relieve the settler of feelings of guilt or responsibility without giving up land or power or privilege, without having to change much at all” (p. 10). One such move that they identify is that of settler nativism, embodied most emblematically in what Vine Deloria Jr. would term the “Indian-grandmother complex” (1969), whereby a settler conjures up a claim of Indian ancestry in order to come to terms with (aka: altogether avoid) the colonial contradictions of their own settler identity. 
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